
La guerra tecnológica entre China y Estados Unidos añade un nuevo episodio con una industria clave en el centro: la de los semiconductores. Las Cámaras del Capitolio estadounidense han aprobado esta semana un nuevo paquete para potenciar la producción local de chips, aunque esa es solo la superficie de otras claves legislativas que muestran las batallas que enfrentarán a ambas potencias en las próximas décadas.
La conocida como Ley CHIPS llevaba años estancada en el proceso legislativo. Diferentes negociaciones y nombres han concluido este jueves en un paquete que incluye 280.000 millones de dólares (unos 273.800 millones de euros) en inversión en tecnología, investigación y desarrollo.
Una financiación semejante en la industria local no se había visto en Estados Unidos desde hace décadas, pero sus patrocinadores tenían claro que este era el momento. En juego está la seguridad nacional del país, dicen los legisladores que la han promovido.
«El resultado definirá el equilibrio global de poder durante décadas e impactará en la seguridad y la prosperidad de todos los estadounidenses», dijo el senador republicano Roger Wicker, uno de sus mayores promotores. «Por desgracia, en este momento, no estamos en el asiento del conductor en un abanico de tecnologías importantes. China, sí. China y otras naciones son de forma cada vez más destacada los dominantes en innovación tecnológica, lo que supone un riesgo enorme no solo para nuestra economía, sino para nuestra seguridad nacional».
¿Pero cómo ha llegado Estados Unidos a un punto de semejante desventaja en industrias como la de los semiconductores? ¿Qué importancia tiene que eso haya ocurrido? Y sobre todo, ¿cómo pretende ayudar la Ley CHIPS a que Estados Unidos remonte en su enfrentamiento tecnológico con China?
Los chips: una industria exportada
Estados Unidos llegó a producir el 40% de los semiconductores del mundo, pero ahora solo hace el 12% de ellos, habiendo perdido su hegemonía en favor de países como China, Corea del Sur o Taiwán.
-Esas derrotas se han hecho especialmente flagrantes ahora, cuando la crisis de la cadena de suministro se ha notado también con los chips.
-Además, la producción de semiconductores afecta a la producción en otras muchas industrias. Los chips son necesarios para hacer coches, teléfonos móviles, ordenadores y electrodomésticos.
-Perder el liderazgo en la producción de chips también implica perder posición de vanguardia en innovación. Las grandes compañías tecnológicas del país perderán la ventaja con la que contaban antaño.
El analista Dylan Patel resumía en tres los puntos por los que Estados Unidos ha perdido el liderazgo en la industria de los semiconductores, según el periodista Ben Thompson:
-Falta de inversión en startups de semiconductores, especialmente en manufactura.
-Falta de inversión local por parte de las compañías de chips que ya existen. Otros países se han hecho más atractivos gracias a mercados laborales más asequibles, marcos regulatorios más laxos y ventajas fiscales más amplias.
-Falta de trabajadores cualificados. Potencias del sector como China e India tienen un número mucho mayor de graduados en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM). En Estados Unidos, es más habitual que los recién graduados escojan rutas profesionales en software antes que en hardware.