
La crisis en Acapulco tras el paso del huracán Otis, que golpeó el puerto como categoría 5, ha evidenciado la falta de preparación del Gobierno federal ante esta contingencia nunca antes vista, habiendo un número indeterminado de damnificados y desaparecidos, además de registrarse saqueos sin freno y escasez de víveres.
Las afectaciones a las principales carreteras, autopistas y vialidades ha dificultado el traslado de víveres y ayuda humanitaria a los habitantes del puerto, aunque ya se ha establecido un puente aéreo para la llegada de estos.
La destrucción y escasez de víveres detonaron el saqueo de grandes tiendas y almacenes, que se agravan en la noche, ya que debido a que más del 60% de la población se encuentra sin luz, las autoridades federales no pueden garantizar la seguridad en esas zonas.
Asimismo, a través de las redes sociales, no dejan de circular mensajes de personas que buscan a familiares, algunos de ellos de avanzada edad y con serias enfermedades, con las cuales no se pueden contactar por el daño a las telecomunicaciones.
Los daños a la infraestructura de hoteles y grandes negocios, son incalculables, pero también los de las familias que vieron sus casas destruidas por las rachas de hasta 330 kilómetros por hora a la llegada del huracán, las inundaciones y deslaves.