‘Imaginario: Juguete diabólico’: Cumplidora pero poca innovadora adición a los muñecos diabólicos del cine

En el universo de los peluches, hay una dualidad fascinante que oscila entre la inocencia de la infancia y la oscuridad de lo desconocido. Es en esta delicada paridad donde Jeff Wadlow, director que ya ha tropezado antes con el terror (Verdad o reto, 2018; La Isla de la Fantasía, 2020) nos presenta su más reciente cinta: Imaginario: Juguete diabólico, al lado de un peculiar oso maldito.

Cuando Jessica (DeWanda Wise) regresa a la casa donde creció acompañado de su actual pareja y sus hijastras, la más joven de ellas, Alice (Pyper Braun), comienza a formar un vínculo inusual con una criatura de nombre Chauncey, un oso de peluche que descubre en el sótano.

Al principio, la pequeña y el juguete disfrutan de juegos que parecen inofensivos y divertidos, pero con el paso del tiempo, éstos adquieren un tono más oscuro y amenazante que pone en riesgo la salud física y mental de la niña. Mientras la pequeña adquiere conductas más inquietantes, Jessica se ve obligada a intervenir, sólo para descubrir que este oso de peluche es mucho más que un mero peluche inocente.

Desde el inicio, la conexión entre Alice y Chauncey parece seguir el patrón convencional de la relación entre un niño y su juguete. Sin embargo, a medida que la trama avanza, nos sumergimos en un territorio más sombrío y desconcertante que ayuda a que el giro siniestro sobre Chauncey funcione, obligando a ambas mujeres, tanto la pequeña como su madrastra, a confrontar una verdad alarmante de su pasado a las que no le han dado cierre y que han resultado hirientes.