
Entrar a la piscina es una buena oportunidad para mover todo el cuerpo y liberar el estrés que ocasiona el trabajo, la escuela y la monotonía.
Mientras más libre se sienten las personas que practican la natación, más energía liberan, y en consecuencia, el cuerpo «pide» más nutrientes.
«La sensación de hambre después de nadar puede ser más pronunciada por varias razones relacionadas con la naturaleza del ejercicio de natación y las demandas metabólicas del cuerpo en ese contexto.»Nadar es un ejercicio que involucra todo el cuerpo y puede ser bastante demandante, lo que conduce a una mayor quema de calorías en comparación con muchos otros deportes. Esto puede aumentar el apetito como respuesta del cuerpo para reponer la energía utilizada», comentó Máximo Arrieta, especialista en nutrición.
Tener hambre en exceso al terminar la rutina en el agua puede ser una reacción a la deshidratación, los cambios de temperatura en la alberca, el estrés metabólico, o simplemente una cuestión subjetiva, la cual se produce por factores psicológicos y hábitos.
«Las ganas de comer pueden ser confundidas con la necesidad de hidratación. Es importante asegurarse de que estás hidratado adecuadamente antes y después de nadar para no confundir la sed con el hambre. De igual forma, puede estar influenciada por factores psicológicos y de hábitos. Nadar puede estimular el apetito simplemente porque muchas personas tienen la costumbre de comer después de ejercitarse.»El agua suele estar más fría que la temperatura corporal, lo que puede aumentar el apetito debido a la necesidad del cuerpo de mantener su temperatura interna estable. O, en algunas ocasiones, hay estrés metabólico en los músculos debido a la resistencia del agua y a la posición horizontal del cuerpo, lo que puede aumentar la necesidad de nutrientes y energía después del ejercicio», especificó Arrieta.