Trump deja de presionar a Rusia para lograr el alto al fuego en Ucrania

Durante meses, el presidente Donald Trump ha amenazado con retirarse sin más de las frustrantes negociaciones para un alto al fuego entre Rusia y Ucrania.

Tras una llamada telefónica el lunes entre Trump y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, parece que eso es exactamente lo que está haciendo el presidente estadounidense. La cuestión más profunda ahora es si Trump también está abandonando el proyecto de Estados Unidos, que ha durado tres años, de apoyar a Ucrania, una democracia naciente a la que ha culpado con frecuencia de haber sido invadida ilegalmente.

Tras su llamada con Putin, Trump dijo al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y a otros dirigentes europeos que Rusia y Ucrania tendrían que encontrar por sí mismas una solución a la guerra, solo unos días después de afirmar que únicamente él y Putin tenían el poder para negociar un acuerdo. Y se retractó de sus propias amenazas de unirse a una campaña de presión europea que incluiría nuevas sanciones contra Rusia, según seis funcionarios conocedores de la discusión. Hablaron bajo condición de anonimato para describir una conversación privada.

El relato de dichos funcionarios arroja luz sobre la decisión de Trump de tirar la toalla en lo que respecta a un proceso de paz que anteriormente había prometido resolver en solo 24 horas. Y, a menos que vuelva a dar marcha atrás, los acontecimientos del lunes dejaron a Putin exactamente con lo que quería: no solo el fin de la presión estadounidense, sino la creación de una profunda fisura dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre los estadounidenses y sus aliados europeos tradicionales, quienes dicen que van a seguir adelante con las sanciones de todos modos.

Para muchos, la decisión de Trump estaba anunciada, primero por su encendido encuentro televisado con Zelenski en el Despacho Oval, y después por la dimisión del embajador estadounidense en Kiev.

“La política desde el comienzo del gobierno de Trump ha sido presionar a la víctima, Ucrania, en lugar de al agresor, Rusia”, escribió Bridget A. Brink, exembajadora y funcionaria del Servicio Exterior durante muchos años, tras abandonar Kiev el mes pasado. “La paz a cualquier precio no es paz en absoluto: es apaciguamiento”.

Pero Trump descubrió que no podía conseguir la paz a cualquier precio, porque Putin rechazó sus propuestas. Incluso después de que el secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, declarara que Ucrania nunca entraría en la OTAN y que debía abandonar las esperanzas de recuperar todo el territorio del que se había apoderado Rusia —dos de las exigencias de Putin—, no fue suficiente para conseguir un alto al fuego.

Trump, por supuesto, suele ser un fanático de la presión financiera: amenaza habitualmente con aranceles y sanciones a aliados y adversarios por igual. Pero en una declaración a The New York Times, un funcionario de la Casa Blanca dijo que esto era diferente. El funcionario, que pidió el anonimato para hablar de las llamadas privadas del presidente, dijo que las sanciones adicionales contra Rusia obstaculizarían oportunidades de negocios y que el presidente quiere maximizar las oportunidades económicas para los estadounidenses.

Funcionarios estadounidenses, incluido el secretario de Estado Marco Rubio, han rebatido las críticas señalando que las sanciones existentes contra Rusia, impuestas en gran medida tras la invasión de 2022, siguen en vigor, al igual que el intercambio de inteligencia con Ucrania.

“Cuando Vladimir Putin se despertó esta mañana, tenía encima el mismo conjunto de sanciones que siempre ha tenido desde el comienzo de este conflicto”, declaró Rubio el martes ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, y añadió que Ucrania seguía recibiendo armas de Estados Unidos y sus aliados.

Trump, insistió, está “intentando poner fin a una guerra sangrienta y costosa que ninguna de las partes puede ganar”.

Sin embargo, el subtexto de la llamada de Trump con Zelenski y los europeos es que la era del gasto estadounidense de energía diplomática, nuevas armas para Ucrania y sanciones económicas contra Rusia está llegando rápidamente a su fin. Varios funcionarios europeos dijeron que el mensaje que obtuvieron de la llamada fue que no debían esperar que Estados Unidos se uniera a ellos a corto plazo para ejercer más presión financiera sobre Putin.

Para Trump, se trata de un cambio de rumbo. En publicaciones en las redes sociales durante los últimos meses, amenazó episódicamente con imponer aranceles y sanciones a Rusia si se negaba a unirse a Ucrania en la declaración de un alto al fuego incondicional de 30 días.

Un edificio dañado en Kupiansk, ciudad de la región ucraniana de Járkov, en mayo, bombardeada repetidamente por Rusia desde su invasión en 2022.Credit...Tyler Hicks/The New York Times
Un edificio dañado en Kupiansk, ciudad de la región ucraniana de Járkov, en mayo, bombardeada repetidamente por Rusia desde su invasión en 2022.Credit…Tyler Hicks/The New York Times

“Si no se respeta el alto al fuego, Estados Unidos y sus socios impondrán más sanciones”, escribió Trump en Truth Social el 8 de mayo, tras una llamada con Zelenski. Reiteró esa postura en una llamada con el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Friedrich Merz, cuando viajaron a Kiev hace 10 días y fijaron un plazo para que Putin firmara el acuerdo de alto al fuego.

Pero tras la llamada de Trump con Putin el lunes, esos compromisos se evaporaron. El presidente estadounidense se negó, tanto en público como en su llamada con los dirigentes europeos, a cumplir esa amenaza.

Trump dio a entender en sus comentarios públicos que su llamada con Putin había dado lugar a una especie de avance. Pero pronto quedó claro para los ucranianos y los europeos que el dirigente ruso no había hecho ninguna concesión a Trump más allá de negociar. Rusia ya lo está haciendo, aunque a medias, pues envió la semana pasada a Estambul a un equipo subalterno para mantener conversaciones con los ucranianos.

Trump había prometido durante la campaña que lograría la paz entre Rusia y Ucrania en 24 horas, y presentó esta tarea como un trabajo fácil para un maestro negociador. Desde entonces ha descubierto que es mucho más difícil de lo que imaginaba, y ahora dice que estaba siendo “un poco sarcástico” cuando propuso ese plazo.

Frustrado por la lentitud de los avances y la intransigencia de Putin, Trump ha considerado públicamente abandonar las negociaciones. Y dejó claro en su mensaje del lunes que estaba deseando retirar a Estados Unidos de las conversaciones y pasar a hacer tratos comerciales con Rusia.

Las condiciones para poner fin a la guerra, escribió Trump, “se negociarán entre las dos partes, como solo puede ser, porque conocen detalles de una negociación que nadie más conocería”.

Luego giró hacia lo que algunos líderes europeos creen que es su verdadero objetivo: una normalización de las relaciones entre Washington y Moscú.

“Rusia quiere COMERCIAR a gran escala con Estados Unidos cuando termine este catastrófico ‘baño de sangre’, y yo estoy de acuerdo”, añadió Trump. “Existe una tremenda oportunidad para que Rusia cree enormes cantidades de puestos de trabajo y riqueza. Su potencial es ILIMITADO”.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visitó la Casa Blanca en febrero para lo que resultó ser una reunión exaltada con el presidente Trump y el vicepresidente JD Vance.Credit...Doug Mills/The New York Times
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visitó la Casa Blanca en febrero para lo que resultó ser una reunión exaltada con el presidente Trump y el vicepresidente JD Vance.Credit…Doug Mills/The New York Times

No está claro cómo sería la normalización. En su primer mandato, Trump abandonó varios de los principales tratados de control de armas con Rusia, y el último, el New START, que limita el número de armas nucleares intercontinentales que despliega cada parte, expira el próximo febrero. Hasta ahora no hay negociaciones para sustituirlo.

Pero Trump se ha mostrado ansioso por ayudar a las empresas estadounidenses a beneficiarse del sector energético y de los minerales de tierras raras de Rusia, entre otras posibles áreas de inversión. Hasta ahora, Trump y su equipo de seguridad nacional han insistido en que ninguno de esos acuerdos puede producirse antes de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.

Putin parece comprender el entusiasmo de Trump por el comercio, y ha orientado gran parte de sus conversaciones hacia la posible relación económica, según personas informadas de sus llamadas telefónicas del lunes y de principios de año. Como resultado, Europa se inclina ahora por nuevas sanciones y Estados Unidos parece dispuesto a avanzar en la dirección opuesta, buscando dejar atrás Ucrania y alimentar una relación más amplia con Rusia.

Es exactamente el tipo de división dentro de la OTAN que Putin lleva dos décadas intentando crear, y explotar.

El martes, el Reino Unido anunció una nueva oleada de sanciones contra los sectores militar, energético y financiero de Rusia, en respuesta a los ataques rusos con drones contra ciudades ucranianas.

“Los últimos ataques de Putin muestran una vez más su verdadero carácter belicista”, dijo en un comunicado el ministro británico de Asuntos Exteriores, David Lammy. Instó a Putin a aceptar “un alto al fuego total e incondicional de inmediato para que pueda haber conversaciones sobre una paz justa y duradera”.

El comunicado del gobierno británico en el que se anunciaban las nuevas sanciones no mencionaba a Estados Unidos, sino que afirmaba que la Unión Europea se disponía a “anunciar su decimoséptimo paquete de sanciones contra Rusia, en un esfuerzo coordinado para garantizar una paz justa y duradera en Ucrania”.

Un alto funcionario europeo que ha participado en las discusiones a puerta cerrada dijo que Trump nunca pareció dispuesto a unirse a las sanciones a Rusia si esta se negaba a aceptar el alto al fuego incondicional. Sus amenazas, dijo el funcionario, parecían en gran medida performativas; Estados Unidos no se unió al diseño de nuevas sanciones importantes.

Es probable que el desacuerdo entre estadounidenses y europeos sobre el apoyo a Ucrania llegue a un punto crítico en dos cumbres casi consecutivas: la del Grupo de los Siete, en Canadá, a mediados de junio, y la de la OTAN, una semana después, en La Haya. La segunda cumbre, en particular, tratará sobre el apoyo a largo plazo a Ucrania y las medidas para contener a las fuerzas rusas de modo que no desafíen a un miembro más débil de la alianza atlántica, y pondrá a prueba si Trump acudiría en ayuda de ese miembro en virtud del tratado de la OTAN.