Venir de una derrota no es algo con lo que Canelo Álvarez se haya visto obligado a lidiar mucho durante su carrera boxística, en su mayoría espectacular.
El púgil de 32 años, originario de Guadalajara (México) y que ha vivido y entrenado en San Diego durante los últimos años, tiene un balance de 57-2-2 con 39 nocauts. Ha ganado varios títulos mundiales en cuatro categorías de peso, se le considera desde hace tiempo uno de los mejores boxeadores libra por libra del planeta y ocupa el octavo lugar en la lista más reciente de atletas mejor pagados de la revista Forbes.
Sin embargo, el hombre llamado cariñosamente “Saúl” por sus fans más acérrimos viene de una sorprendente derrota por decisión unánime en 12 asaltos ante el entonces relativamente desconocido Dmitry Bivol, el 7 de mayo, en un combate de peso semipesado (175 libras) en el que partía como favorito 5-1.
La única derrota anterior de Álvarez se produjo ante Floyd Mayweather Jr. en un combate de peso medio ligero (154 libras) en 2013.
La forma en que Canelo perdió ante Bivol -pareció lento, rara vez pudo asestar los oportunos contragolpes que han sido durante mucho tiempo su sello distintivo y nunca pudo encontrar la forma de hacer daño a un oponente naturalmente más grande- planteó algunas preguntas interesantes.
¿Podrían haber pasado sus mejores años? ¿Ha pasado demasiado tiempo en el campo de golf y no ha entrenado lo suficiente?
Y lo más importante: ¿qué tendrá para el esperado tercer combate contra Gennady Golovkin, con los cuatro cinturones de peso supermedio (168 libras) de Álvarez en juego, el 17 de septiembre en Las Vegas?
Álvarez adoptó un tono sensato, pero también desafiante, el lunes durante una sesión de prensa antes de un entrenamiento público en la Casa del Boxeo de Paradise Hills.
“Estoy en mi mejor momento, soy un campeón y lo demostraré en esta pelea”, dijo Álvarez. “Mi último combate no influirá en éste. Se trata de un detractor muy diferente. Él me conoce. Yo le conozco a él. Va a ser un gran combate”.
El primer encuentro con Golovkin tuvo lugar en septiembre de 2017 y se saldó con un polémico empate en el que muchos observadores consideraron que Golovkin merecía la decisión.
Álvarez ganó una ajustada decisión un año después, en un combate que muchos calificaron como la “Pelea del Año” de 2018.
