Gipsy Kings seduce al Auditorio Nacional con su ritmo flamenco

La fusión de ritmos festivos de Gipsy Kings pone a bailar a cualquiera. De pronto, al escuchar las seis guitarras de sus integrantes, uno se siente muy flamenco y muy rumbero, y quiere ponerse a bailar, sin más. Y es que, aunque uno esté sentado, el ritmo le llega por el suelo, sube a la cadera y sin darse cuenta ya está en los hombros, los brazos y la cabeza.

Así le sucedió al público mexicano que asistió al Auditorio Nacional para escuchar a este grupo de origen francés, pero de vena musical española y universal. Grupo que, con su mezcla de rumba catalana, flamenco, jazz, funk y hasta salsa, hace pensar en la rambla en Barcelona, con toda su mezcla y cruces de orígenes, con toda esa energía que no para ni de noche ni de día.

Y sí, fue una gran noche, a pesar de que el coloso de Reforma no alcanzó ni la mitad de su capacidad. Quien no asistió se perdió de la mucha pasión con que los músicos se entregaron como suelen hacerlo siempre, al tocar sus grandes clásicos Bamboleo o Djobi, Djoba, -las más coreadas de la noche-, o su versión de MyWay, con la que evocan al gran Frank Sinatra.

Hablamos de una banda que ha sufrido, como toda familia, de algunas fracturas y cambios, pero que saben entenderse demasiado bien -se nota cuando se miran cómplices y coordinados- entre ellos mismos y su público y que, como era de imaginarse de la audiencia mexicana, se entregó sin medida. Una familia que, para esta presentación en el Auditorio Nacional, también les dio voz a integrantes de la nueva generación, Kakou y Thomas Reyes, y Joseph Cortés, hijos de Andrés Reyes y sobrino del músico fundador de Gipsy Kings, respectivamente.

Entonces el público también hizo lo suyo al entregarse de lleno al escuchar canciones como A tu veraTodos oléBem Bem María o Tristessa, las cuales bailaron y corearon una y otra vez. Además, se dejó enamorar con los solos y requintos del primo Mario, cuya guitarra parecía desgastada por el constante uso, y la gran enjundia con la que el maestro toca las cuerdas.