
El Gran Premio de la Ciudad de México debe impulsar a Sergio Pérez a cerrar el 2024 en su mejor forma de esta campaña en la que el piloto mexicano de Red Bull en verdad ha batallado, tanto en la pista como fuera de ella.
Checo arriba al Autódromo Hermanos Rodríguez casi a media tabla en la octava posición del Campeonato de Pilotos con 144 puntos, con cuatro podios en Bahréin, Arabia Saudita, Japón y China, sin victorias, y un problema que resolver con el RB20, todo esto hasta antes del GP de Estados Unidos.
Para la mala fortuna del tapatío, Red Bull encontró la falla en el monoplaza demasiado tarde, cuando ya estaba lejos del subliderato y la presión de parte de los rivales -y de mucho medios de la prensa europea- aumentaba.
Desde el GP de la Emilia Romaña, el mexicano vivió un proceso de prueba y error, similar a 2021 en su debut con el equipo de las bebidas energéticas, con la diferencia de que su permanencia estaba en juego.
“La verdad es que ha sido duro. Imagina que tienes un coche tan limitado que sabes que no puedes hacer nada con él el fin de semana. Lo único en lo que piensas es que puedes chocar en cualquier momento, porque no tienes control sobre él”, lamentó el conductor de 34 años de edad respecto al RB20 que tanto dolores de cabeza le ha dado al equipo.
SACA EL TEMPLE
Más allá de pensar en el retiro, Pérez trabajó en silencio, ayudó a la escudería austriaca a detectar ése elemento en el suelo del auto que les quitó velocidad y por fin vio una pequeña luz en Bakú, uno de sus circuitos favoritos, pero, justo en Azerbaiyán volvió a perder la pista.
