
«Policías malos no nos vamos a ir nos quieren quemar», gritaba una pequeña de cuatro años, mientras avanzaba el despliegue de policías para quitar a los pocos migrantes que quedaban alrededor de las 7:30 p.m.
La pequeña venía acompañada por sus padres, quienes cargaban en brazos a un bebé de un año y aún así no se detuvieron para empujar a la familia.
Para detener el atropello y salvajismo en contra de la familia, pero sobre todo de los menores, tuvo que intervenir el comandante César Muñoz, titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal y frenar a los sustantivos.
Aunque el despliegue policial tenía la calle cerrada, la pequeña no sentía miedo y no paraba de gritar «Policías malos».
«Cuando deben defender a estos niños nos están, ahora sí vas a venir cuando lo que hiciste es salir corriendo como una gallina, que tienen planeado quemarnos como quemaron a los de ahí (migración)», le gritaba la madre de la menor a Santiago González, titular de la dirección municipal de Derechos Humanos, quien sólo observó todo el conflicto sin decir ni una sola palabra.
La mujer dijo que va a interponer una denuncia por todos los empujones, jalones e insultos que se le hicieron a sus hijos durante el lavataniemto del campamento.
«Violentaron nuestros derechos, hasta maltrato, voy a poner todas la denuncias que sean posibles», dijo la venezolana, quien de todos modos se quedó parada en la esquina de la presidencia con sus hijos y cargando sus pertenencias.